Comentario
La constitución de las Academias de Bellas Artes determina un nuevo camino en la integración social del quehacer artístico. Fue la idea de carácter estatutario contra la tradicional organización gremial. La Academia, controlada por la burocracia real y por la nobleza pone en marcha una rigurosa reglamentación que establece una drástica separación entre artistas y artesanos. El decoro de las artes y una ideología que desarrolla el concepto del mérito del artista subyacen en las cláusulas del discurso académico, resultando ser un manifiesto ético-político en el reformismo ilustrado. El proyecto académico, con antecedentes en el siglo XVII, fue apoyado en el siglo XVIII por una élite que, al reagruparse sobre un programa definido y apropiado, logró el apoyo de la Monarquía reinante. La fundación quedó integrada en el aparato burocrático real, y su estructura científica adaptada a los modelos de Italia y de Francia por considerarse los más progresivos.